Volvió amanecer nublado, medio mojado, fresco, pero ideal para salir a pasear...Se nos presentaba un día muy atareado, nuestro tour sería de medio día porque ya teniamos planes para nuestra última noche en Oaxaca.
Nos apresuramos a prepararnos y desayunamos algo ligero, un buen café y en marcha.
Primera parada: El Árbol del Tule. Que en realidad es un gigantesco ahuehuete de más de 2000 años de edad y 42 metros de altura, es impresionante ver algo vivo tan grande con tanto tiempo en la tierra, ha de ser lo más parecido a ver un dinosaurio... ¡Huele tan bien! Son tan hermosas sus ramas y el tronco antoja a abrazarlo pero no está permitido. Es bellísimo y especial estar parado frente a algo tan noble y resistente, testigo de un montón de eventos locales y universales...
Segunda parada: Teotitlán del Valle. Un taller de tapetes. Pero..oh sorpresa!! Ver funcionar una rueca; con que facilidad se presenta el proceso de hilado de algodón, su teñido y por supuesto su tejido en los telares. La chica que estaba tejiendo un tapete comentó que tardó cerca de un año en aprender y se toman meses en formar un tapete grande, la enseñanza viene de los padres y comienzan desde niños en este noble arte.
Hipnotizan los movimientos de su cuerpo en una especie de baile, ya que usa todo su cuerpo en el telar. Con los pies mueven los pedales que abren la urdimbre y con las manos llevan los hilos entretejiendo el diseño que trae impreso en su mente. Simplemente una maravilla.
Nos apresuramos a prepararnos y desayunamos algo ligero, un buen café y en marcha.
Primera parada: El Árbol del Tule. Que en realidad es un gigantesco ahuehuete de más de 2000 años de edad y 42 metros de altura, es impresionante ver algo vivo tan grande con tanto tiempo en la tierra, ha de ser lo más parecido a ver un dinosaurio... ¡Huele tan bien! Son tan hermosas sus ramas y el tronco antoja a abrazarlo pero no está permitido. Es bellísimo y especial estar parado frente a algo tan noble y resistente, testigo de un montón de eventos locales y universales...
Segunda parada: Teotitlán del Valle. Un taller de tapetes. Pero..oh sorpresa!! Ver funcionar una rueca; con que facilidad se presenta el proceso de hilado de algodón, su teñido y por supuesto su tejido en los telares. La chica que estaba tejiendo un tapete comentó que tardó cerca de un año en aprender y se toman meses en formar un tapete grande, la enseñanza viene de los padres y comienzan desde niños en este noble arte.Hipnotizan los movimientos de su cuerpo en una especie de baile, ya que usa todo su cuerpo en el telar. Con los pies mueven los pedales que abren la urdimbre y con las manos llevan los hilos entretejiendo el diseño que trae impreso en su mente. Simplemente una maravilla.
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